Morder una peladilla. Tras otra.
Las peladillas, ¿por qué existen? ¿Y por qué me recuerdan tanto a mi vida?
En realidad no me recuerdan tanto a mi vida, era solo por poner un título a la newsletter (esto a veces no es fácil…). Pero sí, venga, juguemos a eso que yo mismo he establecido: ¿en qué se parece mi vida actual a morder una peladilla, ese dulce tradicional navideño? Pues supongo a que parece que va a estar bien y luego casi te dejas los piños en el intento. ¿Ya he cumplido con la comparación? Yo creo que sí. A ver, no es que mi vida sea un infierno emocional (en peores plazas he toreado), pero sigo buscando de lo mío sin ninguna lucecita al final del túnel, ni un chispazo, oye.
Y le doy demasiada importancia a mi trabajo como para hacer del laburo una cuestión menor o “solo una más dentro de todas las cosas que forman una vida”… Oiga, usted cállese. Estuve cerca, acaricié el sueño con las manos, pero volé too close to the sun y me caí de bruces (wayne).
Por lo demás, todo bien, llegan (estamos ya inmersos, de hecho) fechas que de pequeño me parecían entrañables y que ahora me parecen— ¡uy, qué largo está quedando esto, dejad que os hable de un par de cosillas que he hecho esta semana y no os molesto más!
All by myself…
En mi blog intimissimi y portugal he escrito sobre los Twinkies, el pastelito por antonomasia de los EEUU (son muy parecidos al Círculo Rojo de Bimbo, por si nunca los habéis probado -fotillo ilustrativa debajo, huelga decir que son una guarrada absolutamente delirante y necesaria-)
En Brenda Forever he hablado sobre mis 5 series favoritas de 2022 y me he tenido que inventar como 100 categorías extras para colar todas las que quería colar, vamos, que es una farsa de artículo. Una farsa escrita con todo el cariño, eso siempre. Nada más, pasadlo todo lo bien que podáis, poner vuestra mejor cara aunque solo sea una vez al año (yo a favor de esto, lo de todo el año me parece un poquito más complejo) y… ¡Feliz Navidad!